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domingo, 2 de febrero de 2014

El álbum del siglo

Lo sé, llevo meses sin pasarme por aquí, que quieren que les diga: 2013 vino movidito en cuanto a quehaceres y cosas que tener en la cabeza. Ahora ya puedo respirar, las aguas vuelven a su cauce y hoy tengo algo significativo que contar. Que me dirán cuando les cuente, que "qué exagerada" y que voy tarde con la noticia, y lo sé, pero enfréntense ustedes a los trabajos universitarios (ejem) con los que me las he tenido que ver (a mi edad) y ya luego me dicen.

De todas formas he de reconocer que últimamente he desarrollado una extraña tendencia a abrir el periódico y revisar las noticias relacionadas con antropología, genes neandertales y primates, pasando todo lo demás por alto.

La súper noticia, la alineación astral que provoca mi vuelta a estos derroteros en cuestión se produjo en noviembre. Pero como les digo me he topado hoy con ella así por casualidad y gracias a Spotify.

Sabido es por todos mi gusto por todo lo que salga de la mesa de mezclas de Guille Milkyay, pero a lo mejor no es tan conocida mi adicción desde niña (y por culpa de los cassettes de mis padres en los viajes a Santa Pola) a Nino Bravo. Sí, algo difícil - no de confesar - pero si de entender por este mundo hipster que nos rodea, pero que yo nunca he ocultado (faltaría más).

Pues bien, hoy he tenido el gusto de toparme con el titular de los titulares.

Este:



Un placer para los sentidos este trabajo de La Casa Azul, que no puedo dejar de escuchar, mientras me congratulo por haber dejado de ser una rancia a ojos de muchos y haberme convertido en la más cool, en casi una visionaria de modernidad.

Bueno, les dejo que he de escuchar "Vete" otras doscientas veces más, que ya estoy tardando.
Los pelos como escarpias, oigan.


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